Lo que voy a relataros ocurrió hace un año más o menos. Tengo 29 años y soy el más joven de mi empresa, y por supuesto, aunque nadie lo sepa, el único que es gay. Mis compañeros son casi todos cuarentones, casados y con hijos, pero uno de ellos tiene un cuerpazo de infarto. Se llama Paco, es guapo, fibrado y no se, tiene algo que siempre me dio cierto morbo. Todo empezó un día que tenía ganas de ir al baño y al entrar, me lo encontré con los pantalones bajados.
Mi mirada, inevitablemente, fue a parar al apetecible paquete que marcaba con su slip negro. Por supuesto que yo no pensé que se hubiera dado cuenta, con lo que entre, hice mis necesidades y me fui sin darle mayor importancia. Al día siguiente volví al servicio y cuando me disponía a realizar mis necesidades alguien entro en el baño, me agarró por detrás y empezó a pajearme por encima del calzoncillo mientras me encajaba su pija, dura como un caño, en la raja del culo. Me mordía las orejas, me pellizcaba los pezones, me lamía el cuello y cuando se cansó de sobarme me dio la vuelta y empezó a besarme apasionadamente.
- No te asustes, estás muy bueno- me dijo Paco.
Yo estaba un poco desconcertado, no entendía la situación, pero tampoco me quejé ya que me estaba gustando mucho. Tras cerrar la puerta con cerrojo, empecé a quitarle toda la ropa y a recorrer con mis labios todo su cuerpo hasta llegar a su polla, que estaba muy dura. Lamí con ansia todo su hermoso rabo y succioné con fuerza sus pelotas. Él parecía estremecerse de placer, emitiendo unos gemidos ahogados para que no nos oyeran.
Cuando se cansó de que se la chupara como una perra, me levantó bruscamente y empezó a besarme con pasión. Después, mientras su mano bajaba a mi entrepierna, me confesó al oído que era la primera vez que lo hacia con un hombre. Poco a poco fue bajando su boca hacia mi polla y empezó a comérsela suavemente. Le faltaba un poco de práctica pero cuando pasaba sus dientes por mi capullo un escalofrió de placer recorría todo mi cuerpo.
Después me dio la vuelta e incrustó su gran rabo en mi culo. El placer nos invadía por completo y la situación de estar en el baño del trabajo aun nos calentaba más, así que no hizo falta mucho rato para que acabáramos corriéndonos los dos a la vez como 2 fuentes de semen. Note como su leche caliente y abundante entraba por mi cuerpo como un río desbocado que busca camino. Quedamos extasiados sentados en el suelo, besándonos apasionadamente.
Cuando terminamos la jornada quedamos para tomar unas cervezas y aclarar la situación. Me contó que ya desde algún tiempo se sentía atraído por los hombres, pero que su mujer no sabía nada y que cuando se dio cuenta en el baño de que yo le miraba el paquete decidió probar conmigo y salir de dudas al respecto. Desde entonces nuestra relación en el trabajo ha mejorado bastante y cuando tenemos oportunidad quedamos en mi casa y desatamos nuestras pasiones follando hasta caer exhaustos.
sábado, 31 de enero de 2009
Follado por mi comapñero heterosexual en el trabajo
sábado, 24 de enero de 2009
Mi amigo me uso
Me llamo Carlos, tengo 18 años y lo que voy a contaros pasó hace un año.
Mi mejor amigo Daniel era en pocas palabras el hombre perfecto, con cuerpo perfecto y una personalidad perfecta, aparentemente heterosexual. Nuestra amistad empezó normal, al cabo del tiempo terminamos muy unidos y yo para ese entonces ya me había enamorado.
Una vez mi hermana se rompió la pierna y mi familia estaba haciéndole compañía en el hospital, por eso estaba yo solo en casa, así que para matar el tiempo llamé a Daniel para poder jugar o ver una película. Mis padres ni siquiera iban a pasar la noche aquí.
Esa noche todo cambió entre Daniel y yo, supongo que ya me lo esperaba porque ya no era una amistad normal. Cuando por fin nos fuimos a acostar eran como las 2 de la mañana y nos pusimos a ver una serie de televisión cuando sin pretexto alguno Daniel me pidió un masaje de pie. Yo me reí y acepté sólo con la condición de que el hiciera lo mismo al mismo tiempo. Él accedió. Me pasó su pie y lo puso en mis piernas lo cual hice yo también. Fui acariciando la planta del pie lentamente, tocando dedo por dedo, sintiendo los vellos que tenía en parte superior del pie… Yo sentía cosquillas pues él me estaba acariciando el tobillo. El hacernos solamente "masaje" se convirtió en una competencia de a ver quien llegaba mas lejos, pues el ya no estaba masajeando mi pie si no que estaba en mi pantorrilla, la recorría con tal suavidad que me daban escalofríos. Para ese entonces yo ya tenía una erección realmente notable. Supuse que no terminaría en ese momento así que decidí arriesgarme mas y acariciar su muslo (los dos estábamos en boxers).
Daniel jugaba fútbol en el equipo de la escuela entonces se podrán imaginar las piernas marcadas y las nalgas que tenía… al pasar mi mano por su músculo pude sentir como se contraía en mi mano. Después de unos 10 minutos de tener mi pierna en el aire me cansé de estar haciendo fuerza así que le dije a Daniel que ya estaba cansado. Su reacción me impactó, dejó recargar mi pierna en su entrepierna, lo cual me dejó sentir su erección. Me quedé impactado, no podía creer lo que estaba pasando y aun así me lo creía y era algo que anhelaba ya desde hacía tiempo, tendré que decir que me entró duda al principio.
Así que no lo pensé más y agarré su mano, la jalé y la dejé sobre mi paquete delicadamente. Él empezó a palpar con cuidado por encima de la ropa. Pude sentir una extraña sensación de excitación y nerviosismo al mismo tiempo, así que nos fuimos a acostar a mi cama y nos pusimos las cobijas, él por abajo y de espaldas a mí, agarró mi pene y como pudo me bajó los boxers. Su mano estaba fría. Acercó sus fuertes y marcadas nalgas hacia mi pene y pude sentir piel con piel algo que jamás había experimentado. Insinuándome que lo penetrara, entré en duda y me negué diciendo que no sabíamos lo que hacíamos. No me insistió pero no soltó mi pene, por entre las cobijas se empezó a escurrir quedando a la altura de mi paquete, supuse lo que iba a hacer y me subí un poco. Tomó mi pene en su mano y me la empezó a chupar. Me quedé sorprendido, me volteé a ver su cara y tenía los ojos cerrados, tenía una cara de excitación preciosa.
Cerré los ojos y me dispuse a darme cuenta del placer que se siente cuando te hacen sexo oral. Unos 2 minutos después se acomodó de tal forma que tenía su pene frente a mí, él seguía chupando mientras que acariciaba mi abdomen y mis nalgas, agarré su pene lo vi.
- Haz lo mismo que yo- me dijo.
Abrí la boca y me lo metí despacio, quería saborearlo todo, un sabor a hombre excitado. Era tan grande que no me cabía en la boca, me lo saqué un momento para admirar todo el paquete, no sólo el pene, si no los testículos también, el espacio que hay del pene al ano, las nalgas, sus vellos… Agarré un testículo y lo empecé a palpar, lo acariciaba y lo lamía, agarré su pene de nuevo y me lo metí a la boca por segunda vez, esta vez saboreándolo mas, mientras con mis manos acariciaba sus nalgas y sus testículos, su ombligo, las entraditas de la entrepierna, los muslos,… No podía creerlo, tenía un 69 con la persona a la que amaba y con la que mas confianza sentía.
Después de un rato de tener el 69 y darnos placer Daniel me quitó su pene y se empezó a masturbar hasta que tuvo un orgasmo y vi como su semen salía a chorros. Agarré un kleenex y lo limpié queriendo saborear el semen pero no lo logré, se quitó de la cama y se acostó en la suya dejándome a mi a medias de acabar. Me enojé, me fui al baño y decidí acabar por mi cuenta. Llegué a mi cuarto de nuevo y me dormí.
Al día siguiente teníamos un silencio incómodo, nadie decía nada, lo saludé y me empezó a echar su historia hetero.
- Yo no soy así, cometimos un error, no lo podemos repetir, es algo de una vez en la vida.
Después de eso accedimos a no recordar lo sucedido y contar lo que habíamos sentido.
No pude aguantar y decirle que me había quedado con ganas de más. Me sonrió y me admitió lo mismo.
Esta vez ya lo teníamos planeado, subimos los dos a mi cuarto, antes pasé por una crema al cuarto de mi mama y nos acostamos de nuevo. Nos adentramos en un 69 por segunda vez, el cual duró más. Al cabo de un rato me dijo que ya quería que lo penetrara. Me pasó la crema, él se puso en 4 patas y pude ver su ano rodeado de vellos. Le puse un poco de crema en el agujero y yo me puse en el dedo. Lentamente le metí el dedo índice, tenía mi dedo dentro de él y pude sentirlo por dentro. Se sentía caliente y húmedo pero indescretiblemente delicioso. Saqué mi dedo, agarré mi pene, lo humedecí con crema, acerqué mi pene a su ano y me busqué camino en esa apretada cavidad. Pude sentir sus gemidos de dolor, lo cual me hizo dudar. No hice caso y seguí metiendo poco a poco pues sabía que también era su primera vez. No llevaba ni siquiera la mitad cuando él empezó a gritar, yo me espanté pero no quería dejarlo a medias así que lo metí mas, mas, y mas hasta que me di cuenta de que mi abdomen estaba pegado a su espalda. Nos quedamos así un rato hasta que se acostumbró. Medité y concentré mi mente en sentirme adentro de mi hombre. Sentía una presión en el pene que era placentera, lo saqué un poco y lo metí, él gemía de placer y eso me excitaba demasiado, estaba haciendo el amor.
Comenzamos con un ritmo de principiantes pero al cabo del tiempo me pedía más fuerte y más rápido. Yo con mis embestidas lo agarraba del culo y veía cómo sus nalgas se tragaban a mi pene y después lo escupían, pude sentir como Daniel apretaba sus nalgas como por temor a separarnos. Esa visión me hipnotizó. Mis manos pasaban por su pecho, por su abdomen, por sus axilas, por sus brazos, por su cuello,… quería tocarlo todo pues éramos una única persona en ese momento. Daniel seguía en 4 patas, el tiempo pasaba y yo seguía penetrándolo y él seguía disfrutando, pues es algo único. Al cabo de un rato sentí el maravilloso momento del orgasmo. No lo dudé mas y me vine en él con un grito de placer. Había sido el mejor orgasmo de mi vida.
Daniel se quedó acostado un rato boca abajo con una pose que me volvió a erectar el pene. Ya sabía lo que venía. Me acarició el cuerpo, me puso de espaldas, agarró la crema y sin siquiera estimularme el ano me metió su pene, no de golpe si no lento, demasiado lento, como sin querer hacerme daño. El dolor era indescriptible al principio, me dolió tanto que quería suspender todo pero me aguanté, pues quería disfrutar y dicen que después de un rato el dolor pasa a un dolor disfrutable, a un dolor delicioso. Daniel chocaba contra mi provocando ese clásico ruidito obsceno, el cual era música para mis oídos. El tener a una persona dentro de ti es una experiencia indescriptible pues te fusiona con alguien mas. Al paso del tiempo me cansé y preferí arrodillarme pues la pose de 4 patas es un poco incomoda. Al arrodillarme Daniel me rodeó con sus brazos, yo de espaldas y el de frente. Con su pene aún dentro de mi, me abrazó con una ternura y con una pasión que quería que ese momento no se acabara jamás. Sin soltarme y aún en sus brazos siguió el mete y saca moviéndonos al mismo tiempo. Empezó a besar mi cuello y pasar sus manos por mi pecho, acariciaba mi pelo y tocaba mis mejillas suavemente, luego metía su dedo en mi boca y después él se lo chupaba. Estábamos empapados en sudor. Cerré los ojos y pude sentir chorros y chorros de semen caliente entrando con fuerza dentro de mí. Cuando por fin retiró su pene sentí un vació en mí, como si lo quisiera tener dentro todo el tiempo. Estábamos cansados, nos acostamos y nos abrazamos.
No se arriesgó a darme un beso, él sólo quería sexo.
Después de aquello dejamos de hablarnos y si lo hacíamos era para usarme, pues después de esta experiencia pasaron otras 2. Después él consiguió una novia y me dejó.
Lo amé y aunque lo que tuvimos arruinó nuestra amistad no me arrepiento de nada.
jueves, 22 de enero de 2009
Me desvirgue con dos compañeros del colegio en el gimnasio
miércoles, 21 de enero de 2009
Mi iniciacion con los hombres y el sexo gay
Esto me ocurrió en uno de mis viajes acompañando a mi padre en sus diversos trabajos dentro del país, estando en un pueblito muy lindo el cual se llama Danlí, nosotros somos de Honduras.
Estando en mis recientes 18, llegué buscando a mi padre a un hotel en el que alojaban por mes o diario a los huéspedes, todo normal; me presenté y me indicaron que él volvía después de las 5 p.m. y que ya había dejado instrucciones. Me entregaron la llave del cuarto pero me indicaron que por cuestión de mantenimiento hoy y mañana estaríamos en un sector que construyeron con carácter temporal y que luego nos trasladarían.
La habitación de madera pero bien armada, con sus retoques entre pieza y pieza de madera para que no se viera nada y las camas pulcras y olorosas a limpio, me instalé, me fui al baño a darme un duchazo y me observé en el espejo ese cuerpo de chaval que va iniciándose a la adolescencia con unos calenturones por sexo que revientan, de cuerpo algo rellenito pero para nada despreciable, trigueño claro, ojos café claro, pelo negro algo crecidito, unos labios carnosos y un coqueto lunar en la mejí a derecha que todos tenían que ver con el.
La llegada de mi padre fue normal, cenamos en un comedor típico del pueblo que servían muy delicioso y luego de eso la llenura, el viaje y lo agitado del día me fui a dormir pronto. No se cuanto tiempo pasó, pero un ruido de cerrar con fuerza la puerta y un rayo de luz que pegaba a mi cara directamente me despertó, era el cuarto de al lado que tenía un área que era madera y colindaba con el cuarto nuestro. Yo observé en la cama y vi a mi padre dormido, es de sueño bien pesado, con curiosidad no se de donde me levanté para ir a ver a quien pertenecía ese cuarto.
Nunca había visto a un hombre adulto desnudo, pero me llamó la atención ese tipo de unos 21 años que después sabría que su nombre es Carlos. Estaba comenzando a desnudarse y dejando a la vista unos pectorales fuertes, de estomago no plano pero si de esos que no tienen más de lo requerido y unas espaldas anchas y fuertes, con unos bíceps que nunca había notado antes.
Que hombre más lindo, dije al fijarme en su cara, que tenía una característica nunca determinada por mí antes en ninguno y era que sus cejas se unían formando una sola, bien pobladitas, y unos ojos gris claro que saltaban aun bajo la luz tenue del cuarto y eso que yo espiaba por un agujerito que solo permitía un ojo.
Para mí fue fenomenal cuando Carlos se despojó de los pantalones jeans y unos bóxers anchos de algodón de un solo tirón, quedando únicamente en unas calcetas blancas que contrastaban con el tono de su piel. Que par de nalgas mas duras note, no grandes pero si duras; se notaban los músculos de ellas tensándose en cada movimiento, wow, estaba nervioso, a cada rato volteaba a ver si mi padre no me sorprendía espiando al cuarto de al lado.
El corazón se me salía de lo excitado que estaba, que culo, las piernas por igual se formaban gruesas y peludas, como si tuviera otro pantalón abajo del que se quitó. Las pantorrillas las recuerdo gruesas y marcadas, se notaba que el tipo o hacía ejercicio o practicaba algún deporte seguido porque su cuerpo irradiaba fuerza y agilidad, después él me diría que se dedicaba a cargar piedras y arena de los ríos, trozas del los aserraderos en el camión que era propiedad de él desde los 16 años y que su padre le regaló.
Todo el hotel se escuchaba en silencio, debía ser entrada la madrugada. Sin despejar el ojo de mi agujero espía tampoco dejaba de observar si mi padre se despertaba; en eso noté que Carlos en vez de acostarse se enroscó una toalla a la cintura y salió del cuarto. Supuse que iría al baño, que estaba al voltear el pasillo.
Carlos salió del cuarto, sólo en unas sandalias y su toalla. Yo quedé helado y excitado, sin saber que hacer además de tener una erección que no sabía que hacer con ella. No lo pensé, salí del cuarto enrollándome la cintura en una toalla y un par de sandalias igual que Carlos, pensando encontrarme a ese hombre en el pasillo o el baño de ser posible. Esperaba que no fuera sólo a orinar y al estar en el umbral de la puerta di tres pasos atrás sin voltearme, tome una bocanada de aire y entré presuroso.
Al entrar, no podía creer lo afortunado que era, Carlos estaba tomando una ducha sin correr la puerta. Pasé frente a la ducha y pude observar fijamente pero rápido ese cuerpo, para mí el más bello del mundo, era el primero de un hombre adulto desnudo que veía.
Afortunadamente no me vio porque estaba frente a la regadera y enjabonando su cabeza. Me fui al cubículo de al par donde estaba un sanitario con puerta completa y llave pero que las paredes no llegaban mas de 2 metros y con todo el temor que sentía porque el corazón me latía a mil y creía que lo tenía en la garganta, me subí sobre el tanque del sanitario con el mayor cuidado de no hacer ningún ruido que alertara a mi bañista. Procurando no salir demasiado en la parte alta de la pared me asomé y la visión que tuve fue lo más espectacular que hubiera visto hasta ese momento, Carlos tenía su verga llena de jabón en la espesura de pelos que rodeaba su base y el leño totalmente tieso. Que delicia, no podía suponer como ver, espiar a un tipo, me pudiera dar ese gozo.
Carlos se enjabonó unas tres veces, tiempo durante el cual me escondía y volvía a subir para espiarlo. Decidí que antes que él terminará me tendría que ir para que no viera que yo estaba allí. Al bajar, la tapa del sanitario sonó y me puse muy nervioso, apuré mi huida pero fue imposible que no me mirase ya que su cortina estaba abierta y yo tenía que pasar frente para salir.
Al abrir la puerta él todavía estaba bajo el chorro de agua pero viendo al pasillo y al verme me dice: "Hola, hace mucho que estás allí verdad?" ufff, sentí que la tierra me quería tragar y para colmo mi toalla no ocultaba para nada mi erección, no me puse calzoncillos al salir de la habitación.
- Se nota que lo que viste te a gustado.- me dice Carlos señalando mi toalla. Quería que por arte de magia me pudiera transportar a mi cuarto y que el creyera que nunca me vio pero era imposible, no podía decir palabra, solo me le quedé viendo en silencio y luego Carlos retomó la palabra y con seña de su mano me invitó a pasar a la ducha. Sin saber que hacer me miró a los ojos y me dijo:
- Pon tu toalla en el gancho y entra, te va a gustar. El agua está tibia y yo te voy a enjabonar.
Como atraído por una fuerza mayor a mi, me despojé de la toalla y me adentré a esa ducha. Al pararme junto a él lo sentí gigante, debería medir 1.85 mts. de alto y el cuerpo se observaba muchísimo más rico que a través del agujero del cuarto o por encima del muro.
- Hace rato noté que me mirabas desde arriba, me gustaron tus ojos color miel, son lindos.
No se porqué, me calmaron un poco esas palabras, eso me indicaba que a él también le llamaban la atención los tipos.
Me tomó de la mano y la colocó en su pecho, que sensación más extraña, lo sentí fuerte pero suave a la vez, luego el puso su mano sobre mi nuca y se me acercó al oído y me dijo: "Me gustas". Eso era fuerte para mí, ya que era la primera vez que alguien me decía cosa igual. Luego besó mi mejía y mi frente y mis ojos y mi mentón y mis labios. Mis labios; que rico, esa boca cálida y gruesa, estaba besándome, mmm, un rayo atravesó mi cuerpo, sentí electricidad que me sacudió, no supe por unos segundos a que hora Carlos me tomó por la cintura y me pegó a él. Fue lo más fantástico sentir esa poderosa verga que se pegaba a mi ombligo y subía casi a la altura de mi pecho, la sentí gruesa, fuerte, dura, CALIENTE.
Me siguió besando y acariciando cada parte de mi cuerpo, me tocaba y yo lo tocaba. Me pegaba a él y yo me sujeté a sus hombros formando un abrazo alrededor de su cuello, teniendo que empinarme para alcanzarlo, pero no fue en vano, me tomó por las caderas y me sujetó en el aire. Que sabroso sentirse flotando teniendo un hombre rico y excitante como Carlos. Me acariciaba las nalgas y pronto llegué a sentir cómo uno de sus dedos jugaba con mi agujerito del ano.
El agua de la ducha resbalaba por nuestros cuerpos, yo le besaba la nuca, las orejas, los ojos, todo lo que tenía a mi alcance. Se recostó un tanto contra la pared de azulejos y comencé a sentir como algo grande y caliente se colocaba en la entrada de mi ano. Que sensación más rica y que angustia; presentía lo que venía, no creía que se pudiera. Sería penetrado por un trozo de carne palpitante, con una cabeza como hongo que sobresalía del tallo, ese leño media 19 cms y bien gruesos.
Carlos poco a poco fue jugando con mi peso y sintiendo que la punta de su gran verga punteaba mi ano, a veces más a veces menos, pero el abundante precúm iba ayudando a que cada vez entrara más. Ese hombre era un experto en las artes amatorias, no tengo idea cuanto tiempo estuvo jugando en mi entrada pero llegué a sentir un dolor que él ahogó con un beso de lengua profundo, sentía que mis garganta también estaba siendo invadida, pero que rico que dolor. Me sostuvo unos instantes y luego sentí como si poco a poco, a medida se iba adentrando, iba destapando pequeños espacios pero que llegaban a ser no dolorosos sino sabrosos.
Que sensación más orgásmica al sentir cuando ese trozo de carne pasaba por la próstata y que casi me hace desfallecer de la excitación. Mi verga bien tiesa se frotaba contra su abdomen. Luego que estuvo todo adentro, comenzó con sus brazos a subir y bajarme apretando con las paredes de mi recto todo su mástil.
Fueron unos veinte o treinta minutos de ímpetu, en los cuales me ensartó en el aire para luego dejarse caer al piso y hacer que lo cabalgara en la que era mi primera cabalgata y primer maroma sexual. Fantástico. No quería dejarlo salir de mi, pero el meneo era tanto que sin saber que ocurría lance un primer chorro de semen que llegó a su cuello y así varios más que no paraban de salir y sin haberme tocado siquiera. Al momento de lanzar el primer chorro comencé a sentir como un río de lava inundaba todo mi culito recién desvirgado con unos chorros que sentía espesos y gruesos, dignos de esa tranca.
Fue fenomenal. Luego de habernos calmados, pasaron más de dos minutos y yo permanecía ensartado en aquella verga que palpitaba todavía medio tiesa dentro de mí.
Al recuperarnos, estando aún abrazados, Carlos me besó muy tiernamente y me dijo su nombre. Yo le dije que mi nombre era Daniel y que mi cuarto estaba al lado del suyo. Carlos quería repetir.
martes, 20 de enero de 2009
Follado por mi ligue de la discoteca
Soy una persona alta de tez blanca, soy muy fiestero y me encanta la parranda y el desmadre. Mi anécdota empieza así.
Esa noche tan especial se sentía un aroma en el aire, aroma a sexo. Me puse de acuerdo con unos amigos para ir a la disco y divertirnos en grande, pues yo necesitaba algo de acción después de haber pasado por una situación un poco difícil y traumática en la cual me sentía atrapado.
Total, mis amigos y yo llegamos a la disco, serían como las 23:30 de la noche, era temprano para haber llegado pero como era barra libre y yo quería ponerme como dicen por ahí "hasta las chanclas" pues decidimos entrar desde temprano y empezar a tomar licor como desesperados.
La disco estaba llena, había muchas caras nuevas, cuerpos excitantes, personas muy interesantes, culos bien ricos y vergas que ya estaban paradas únicamente por el contacto que tenían en la pista de la disco. Yo estaba excitado al máximo, me sentía en el paraíso, estaba yo tan fuera de este mundo en mi éxtasis, que no me di cuenta de que estaba llamando la atención de un muchacho que me miraba fijamente sin perder detalle de lo que hacía y de mis movimientos.
Por un momento no me importó ser el centro de atención de esa persona, es mas, me di cuenta de que me miraba tan fija y lascivamente que terminé excitándome aún mas, y como es normal en mi, no me iba a quedar con las ganas de saber que es lo que quería. Él se me adelantó, se acercó a mí poco a poco, parecía que caminaba en cámara lenta y yo sentía como mi culito me pedía ser penetrado pues yo ya estaba sumamente excitado con ese muchacho tan guapo. Se acercó y me preguntó si podía bailar con él. Claro, respondí. Sin decir mas nos fuimos a la pista y comenzamos el baile, me preguntó cómo me llamaba y yo respondí que para mis conocidos era Roy Pasión.
De pronto se me acerca y me planta un beso, pero de esos besos que te dejan sin aire, con la respiración cortada y con una tremenda erección en tu entrepierna. Me dijo si quería ir a su casa. Si, respondí. Me despedí de mis amigos y nos fuimos a su casa, entramos en su cuarto (no voy mentir, yo estaba nervioso, pero también estaba excitado y la excitación pudo mas que los nervios) me besó, me desnudó, lo desnudé y comenzamos a frotar nuestros cuerpos con tal frenesí que sentía que iba a explotar de placer. Me bajé a besar su rica verga de 19 cm, se la mamé tan rico que solo se oían sus gemidos de placer y sentía como se retorcía por la sensación que mi caricia oral le provocaba. De pronto se incorporó y me recostó en la cama, me acomodó de tal manera que puso mis piernas en sus hombros y empezó a besar mi culito, que ya pedía a gritos ser penetrado. Lamía con gran lujuria y sentí que le excitaba ver cómo me retorcía de placer y gemía en mi delirio. Yo se que lo disfrutaba, mientras mas gemía mas metía su lengua en mi culito.
De pronto se acomodó poniendo su verga entre mis nalgas y frotando su cabezota en mi ano, mmmmm que rica sensación. Cuando mas lo estaba disfrutando sentí como penetraba poco a poco, y yo no opuse resistencia puesto que quería sentirlo todo dentro de mi. Empezó con un vaivén lento y conforme yo demostraba mas placer lo aumentó hasta el grado de que sus estocadas eran tan rápidas y fuertes que me hacían bramar, pero no de dolor si no de un placer increíble. Estuvimos como media hora cambiando de posiciones hasta que me dijo: Ya estoy cerca, me vengo dentro de ti? Sí, respondí si decir mas. Entonces sentí como su verga se hinchaba aún más y sentí un chorro de leche caliente inundando mi interior. Después de todo me despedí de él, le di mi número de teléfono y salí de su casa. Aún nos seguimos viendo y teniendo esos encuentros salvajes que tanto disfrutamos, pero eso es otra historia que en otra ocasión les contaré.