lunes, 16 de febrero de 2009

El negro de la playa desierta

Esto es lo más excitante que me ha pasado. Todo sucedió durante unas vacaciones en la playa, estábamos tomando el sol pero yo tenía ganas de broncearme desnudo y por la cantidad de gente que había y al no ser una playa nudista no podía hacerlo, entonces alquilé una bicicleta marina y me fui a buscar un lugar donde pudiera asolearme y bañarme en el mar totalmente desnudo como a mi me encanta. Pedaleé durante unos 10 minutos y encontré una playita totalmente desierta y muy hermosa, tendí mi toalla, me quité el speedo y me tumbé al sol.

Llevaba algunos minutos cuando sentí un ruido, yo estaba boca abajo así que levanté la cabeza y apareció ante mí un hombre negro como de 1.80 de alto, delgado y marcado con un cuerpo increíble. Sólo vestía una bermuda y era evidente la erección que tenía, yo hice como que no le había visto, pero no pude evitar sentir una tremenda excitación. El hombre se me acercó y me dijo qué hacía por acá tan solito. Levanté nuevamente la mirada y junto a la enorme y maliciosa sonrisa del hombre pude ver que tenía la verga muy dura y que le apuntaba hacia la derecha. Yo sonreí y él se quitó la bermuda. En ese momento me sentí a punto de reventar, creí que me vendría solamente con rozarme. Instintivamente me acerqué y lo empecé a masturbar, él me pegó a su cuerpo y me besó con mucha intensidad. Yo tengo muy buen cuerpo y buen culo pero era más bajo que él. Me levantó y quedé abrazado a su cuerpo con mis piernas, su verga casi me penetraba, me bajé y empecé a darle una mamada que me daba tanto placer como a él, que exclamaba y se movía. Me dijo que quería dar por ese culito tan rico. Yo tenía algo de miedo porque me imaginaba cuanto me iba a doler, pero me puse en cuatro sobre la toalla y él se lubricó ese tremendo vergón de 20 cms y me lo empezó a meter.

Al principio me dolió pero me lo fue metiendo poco a poco y cada vez sentía más placer. Mi excitación y placer no tenían límite. Luego él me levantó y me puso en la posición inicial, yo abrazado a su cuerpo con mis piernas, y me penetró de una manera que nadie lo había hecho. Me dijo que iba a eyacular y le dije que lo hiciera en mi pecho, pero me dijo que no me lo quería sacar, que me masturbara para venirnos al tiempo. Así lo hice, gritamos de placer y nos movimos tan rico que sentí que me desvanecía por momentos. Luego se arrodilló sin dejarme bajar y se acostó sobre mí sin sacármelo. Me dijo que había sido increíble y yo también le dije que lo había disfrutado mucho. El sudor nos cubría totalmente y el olor a macho que despedía este hombre era enviciador.

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